Budapest: En la búsqueda de mis raíces

Y así, intempestivamente y sin pensarlo demasiado me fui por tres días a Budapest. Una parte de mis raíces que todavía no conocía y que me emocionaba mucho conocer.

Me habían repetido un millón de veces que la ciudad es hermosa, probablemente de las más bellas de Europa y, honestamente, tenía miedo que entre mis expectativas e ilusiones me decepcionara. Sin embargo, es probablemente uno de los lugares más lindos en los que he estado.

Llegar es lo más caro: fui por WizzAir, la low cost húngara, que solo permite llevar una cartera o mochila chica y si se quiere llevar un carry on hay que pagar 18 euros.IMG_4318Resultado, allá me fui, por un fin de semana con una mochilita como la de la foto de abajo.

Ahí tres remeras y una calza, ropa interior, puestas llevé unas medias y un short, remera de manga larga, saquito con un abrigo de media estación (ideal para la primavera húngara de 16 grados). Además, sachets de shampoo, gel de ducha y maquillaje básico.  Aunque no lo crean ahí adentro también estaba la cámara de fotos con una batería de repuesto y mi iPad.

Así llegué a Budapest, primera vez que viajaba sola a un país del que vino parte de mi familia y del que las únicas palabras que conozco son Kiray, Tapshi, Sep y que probablemente eso no me iba a servir de nada.

Gracias a Dios (y a mis padres) por saber inglés. Sin dudas lo valoro más ahora que antes, porque estuve tres días hablando en inglés.

Bajé en el diminuto aeropuerto de Budapest y me tomé un ómnibus, E200 y fui capaz de hacer cambio en un shopping, donde me tomé un tren que luego se transformó en metro y me dejó a nada del Hostel en el centro de Pest.

Me quedé en el Wombats Hostel, 10 puntos, lindo, limpio y recomendable. Además, bien ubicado.

Me instalé y salí a caminar. No me tomó mucho enamorarme de la ciudad y que un sentimiento de nostalgia me invadiera.

Budapest es de esas ciudades que vivió su esplendor hace no tanto. La mayoría de los elegantes y grandes edificios de la ciudad es del siglo XIX. Aunque no lo crean entre la Primera y la Segunda Guerra Mundial el 80% de los edificios fue destruido (las dos veces estuvieron en el bando perdedor y el país se quedó sin dos tercios de su territorio), pero la ciudad conserva un espíritu llamativo, como si la bonanza europea de la segunda revolución industrial del siglo XIX siguiera allí.

No sé si puedo elegir un lugar que me guste más de todos en los que estuve. Pest tiene la Basílica de San Esteban (donde están los restos de Puskas, héroe futbolístico nacional), la Sinagoga, la Estación de Trenes, la Plaza de los Héroes, las termas que están en un parque divino que además tiene un castillo y una iglesia que hicieron para una de las exposiciones universales y que es precioso. Del Parlamento no tengo palabras, ese edificio con 365 torretas (una por cada día del año) es una belleza para admirar de día o de noche desde el Danubio o desde Buda.

Buda es más residencial. El castillo de Buda es impresionante, levantándose en uno de los extremos del Puente de las Cadenas es una aventura en sí mismo. Subir por atrás o por delante y recorrer el distrito del castillo, llegar a la iglesia de Mathias o al Bastión de los pescadores es divino.

Por otro lado está la colina de Gerardo, ofrece unas vistas preciosas del Danubio y los buses turísticos llegan hasta arriba. Realmente vale la pena subir. La historia del nombre es curiosa: Gerardo era un monje que San Esteban (primer rey de Hungría) trajo para difundir el cristianismo luego de ser coronado en el 1000 por el papa. Los paganos, torturaron al monje y lo tiraron cuesta abajo por la colina. De ahí el nombre.

Si van pocos días como yo recomiendo el bus turístico. Por 29 euros tuve bus dos días, crucero por el Danubio y un recorrido nocturno en el Bus que es otro tema.

Budapest de noche es maravillosa. Es probablemente donde el río y las lucen convierten a la ciudad en uno de los lugares más hermosos en los que he estado y que por momentos me dejó sin aliento (estoy muy cursi, ja).

Otro punto interesante de Budapest son los Ruin Bars. Si me preguntan exactamente que son no tengo una respuesta concreta, son bares locos, decorados con vasos, chapas y otros objetos raros.

La cerveza húngara es famosa y por eso parece que los alemanes y los rusos eligen la capital para salir de fiesta.

De la comida típica no puedo hablarles, la verdad es que me dio un poco de miedo y como se que todo tiene pollo y carne solo probé el shakshuka de Mazel Tov (un restaurant que me recomendaron y recomiendo). Para los que si les gusta la carne en casa de mis abuelos siempre se comió paprika chirke (pollo al pimentón) y otras preparaciones clásicas.

Eso sí, me traje paprika dulce y picante. Porque los condimentos me encantan.

Al final Budapest me encantó, por encontrar cosas cotidianas de mi familia en otro país y por la ciudad. Hermosa y elegante.

 

 

 

 

 

 

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