Cómo describir el último mes, fue intenso, largo, lleno de emociones, buenas y malas.
Voy a empezar con lo malo: Uruguay me despidió con robos e inseguridad. Ya me había olvidado lo que era que entraran a tu casa, revolvieran tus cosas y se llevaran lo que es tuyo. Más allá de lo material, lo afectivo, las cosas que guardaste con cariño por años que terminó vendiéndolas una señora con muchas faltas de ortografía en Mercado Libre por chirolas y para vos era el collar que te regaló tu abuelo cuando te recibiste…
Entre lo agridulce están las despedidas, viajar, irse un año es una aventura espectacular, pero dejar a los seres queridos a miles de kilómetros es difícil, por suerte la tecnología hace todo mucho más fácil y los acerca más, FaceTime y Skype son de los inventos más geniales que he conocido y hacen que todo sea mucho más fácil.
Al final, llegar a Barcelona (aunque los vuelos y las demoras hacen que sea un poco tedioso). Es una ciudad con magia y encanto, tiene de todo, cosmopolita, historia, vida nocturna, vida diurna, paseos, lo que quieras está acá y si no está estás a un par de horas en cualquier avión de cualquier lugar de Europa para buscar lo que necesitás.
Mientras tanto, sigo mirando a Danubio por la computadora. Espero que los muchachos cumplan la promesa que me hicieron y salgan campeones.
Mi aventura europea recién empezó, vuelvo por tercera vez a esta ciudad divina, pero ahora para disfrutarla a lo largo y ancho y para aprender un poco más.