Volver de una viaje como el que hice no es sencillo, vivir de vacaciones, conociendo cosas nuevas, viviendo con gente diferente hace que el tiempo pase más rápido y que llegues a la noche agotada. Encima la diferencia horaria y el jet lag de la vuelta fueron matadaores la semana pasada.
Em términos futbolísticos mi regreso fue bastante amargo, aunque volví muy hincha del Barcelona (siempre me había decantado por el Real Madrid y no sé por qué) cuando llegué acá el panorama danubiano cambió bastante. No es que no lo supiera, seguí los partidos por twitter o como pude desde España debido a la diferencia horaria y por suerte las elecciones municipales hicieron que no me perdiera el clásico con Defensor.
A pesar de que perdimos la punta debo decir que estoy orgullosa del plantel, porque la verdad es que sabíamos que era un cuadro de chicos y han dejado todo en la cancha, y casi casi, estuvimos cerca del soñado bicampeonato.
Así como me bajé del avión prácticamente fui al Franzini a lo que fue una fiesta, especialmente destacable después de lo espantoso que pasó en el fútbol argentino con Boca y River en la Libertadores, un real bochorno que deja al fútbol sudamericano muy mal.
Un finde de tres clásicos, Cerro y Rampla, Nacional y Peñarol, Defensor y Danubio y por suerte sin dramas.
Desde lo deportivo, este fin de semana marchamos y bueno no se pudo, Sud América precisaba los puntos y nos ganaron. Contra ellos ganamos un campeonato y contra ellos lo perdimos, ahora a alentar a River a ver si logra un título.
También quedó demostrado que hay que seguir sacando a los grandes del estadio, ya que Nacional volvió a dejar puntos afuera, esta vez en el Tróccoli, esperemos que el fútbol uruguayo este yendo hacia algo más justo.